La casa de la infancia de María Elena Walsh se convirtió en un “museo interactivo y lúdico” tras años de abandono

Está situada en la localidad bonaerense de Morón y fue construida en 1923. Allí nació la escritora y vivió hasta su adolescencia. En 2021 se iniciaron las obras de puesta en valor de la casona y fue declarada Patrimonio Nacional. Originalmente era una casa chorizo con un gran terreno y había sufrido varias reformas al pasar de manos

Bien podría ser el Reino del revés, la vieja casona construida en 1923 sobre la calle 3 de Febrero al 547, en Villa Sarmiento, partido de Morón y el lugar donde nació y vivió María Elena Walsh. El destino de la propiedad, convertida en una ruina tras años de abandono, era la demolición, pero gracias a la intervención de la municipalidad local se pudo comprar a la familia que hasta 2020 era la propietaria y se inició al año siguiente un magnífico trabajo de reconstrucción.

Las paredes devoradas por el tiempo fueron testigos de la infancia de la “mamá” de la Tortuga Manuelita, la Reina Batata, el Mono Liso, y tantos personajes más que inmortalizaron a la eximia escritora y compositora argentina consideraba como una de las favoritas de niñas y niños de varias generaciones.

Fue durante 2021 que el Ministerio de Cultura de la Nación compró la vieja casa y la declaró Patrimonio Nacional. Luego la dejó en manos del municipio de Morón que realizó una increíble puesta en valor y hacia finales de las vacaciones de invierno quedó inaugurada como el Museo María Elena Walsh.

“En 2019, nos llegó la información sobre una casa en nuestro partido en la que ella había vivido e incluso nacido María Elena, en 1930. Comenzamos a buscarla, estudiamos los cuentos de la escritora y por las descripciones supimos que era ésta”, cuenta Fernando Torrillate, secretario de Comunicación de Morón, uno de los responsables de la puesta en valor de la propiedad.

María Elena Walsh dejó una enorme influencia en la cultura argentina tanto en grandes como en chicos, pero ¿cómo fue la infancia de la mujer que invitaba a imaginar distintos mundos posibles? Es inevitable pensar a la pequeña niña desarrollando desde temprana edad su imaginación mientras correteaba debajo del jacarandá, que daba justo a su ventana.

La escritora nació el 1 de febrero de 1930en una de las habitaciones de esta casa, casi al límite con la localidad de Ramos Mejía. “Mi casa era muy grande, con jardín, patios, árboles frutales, gallinero, perro, gato, canarios, tortuga, bicicletas, libros y piano. ¿Qué más se puede pedir?”, contó una vez en una autobiografía que, a modo de cuento, incluyó en su obra “Chaucha y palito” (1977).

La propiedad en la que vivió hasta su adolescencia fue adquirida en 2021 casi en completo estado de abandono. “Allí ella se impregnó de gran parte de lo que después fue su magia literaria y como compositora. María Elena Walsh empezó a componer de adolescente, por lo que asumimos que en esta casa empezó su experiencia creativa. Y hay mucho registro de esta casa en sus textos”, cuenta Fernando Torrillate, secretario de Comunicación de Morón y responsable de la puesta en marcha del museo.

Pero además de las risas de las niñas, en la casa quedaron los acordes del piano y el violonchelo que tocaba Enrique, su papá, empleado del ferrocarril y músico autodidacta. También quedaron los aromas que su mamá, Lucía, dejaba salir de la cocina cuando hacía sus dulces frutales artesanales. En el patio siempre vestido de celeste, quedaron los sonidos de los juegos con su hermana Susana, y con las cigarras a las que hizo protagonistas de una de sus célebres canciones e himno de la resistencia.

“La casa está cerca de la estación de Ramos Mejía, en Villa Sarmiento, localidad de Morón pegada a Ramos. Según sabemos, la familia compró la propiedad en 1923 y María Elena nació en una de las habitaciones en 1930. En 1941, se mudaron a un departamento cerca de la estación de Ramos Mejía, porque su padre trabajaba allí. Cuando el padre se jubiló la casa les quedó un poco grande y porque limitaba con una clínica neuropsiquiátrica, la familia le vendió la casa, pero nunca la ocuparon y fue vendida a una familia armenia, a la que, finalmente, le compramos la casa, ya abandonada”, repasa la historia Torrillate.

Los fondos de la compra fueron del Estado Nacional, por medio del Ministerio de Cultura que en ese momento llevaba adelante Tristán Bauer.

“Ya llevaba varios años de abandono y había tenido muchas reformas: originalmente era una casa chorizo con un gran terreno, al costado a la izquierda. Entre las modificaciones, las más notorias fueron en el frente, que lo habían adelantado casi hasta la línea municipal y habían también hecho una construcción muy grande en el fondo porque la familia armenia tenían un taller textil. En algún momento, la casa se convirtió en una especie de pensión porque alquilaron las habitaciones por separado”, detalla.

La casa había quedado muy oscura. “Le habían hecho esas típicas reformas en las que van ganando habitaciones, por lo tanto, estaba llena de paredes y había mucha construcción que no era parte de la casa original. Fue el Ministerio de Cultura de Nación el que nos aprobó los recursos para la reforma que consistió, básicamente, en volver a la arquitectura original, aunque dejamos el taller del fondo que hoy es un salón de usos múltiples”, agrega.

“Es muy emotivo imaginarla a María Elena allí, en ese patio, en esa casa. Yo tengo 55 años y soy de la generación que creció con ella. Pero además, queremos destacarla por todo lo que ella fue: una figura plural. Lo que hablamos con Tristán fue no hacer un recorte y mostrar su costado feminista, antiperonista y el todo de esta persona que atravesó esos universos”, destaca.

Entre las modificaciones, siempre con la idea de dejarla lo más similar posible a la original, se hizo el espacio más funcional y le agregaron algunas oficinas y baños.

“En el momento que nació María Elena tenía una letrina y el baño estaba afuera de la casa, pero la cocina, las habitaciones las dejamos. Luego invitamos a la Provincia de Buenos Aires, al Instituto Cultural, que administra Florencia Sentó, y ellos aportaron los recursos para el contenido de la casa porque hoy es un museo interactivo. No es un museo con los objetos originales porque estaban muy desperdigados, habían pasado 80 años”, señala y explica: “Hicimos una reconstrucción más evocativa que homenajea la figura de María Elena con mucha mezcla de tecnología y objetos de época”.

La idea, sostiene, es que los visitantes jueguen. “Buscamos que sea un museo interactivo y lúdico que busca, justamente, contactar con el espíritu creativo de María Elena desde el juego. Acá no está prohibido tocar sino todo lo contrario”.

“La recuperación y la puesta en valor del patrimonio cultural bonaerense es una política de Estado”, explicó el ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la Provincia, Augusto Costa, al momento de anunciar que la casona ya era Patrimonio Nacional.

*El museo está ubicado en 3 de Febrero 547, Villa Sarmiento, y puede visitarse de miércoles a domingos de 11.00 a 18.00 horas.